Jesús,
maestro bueno,
queremos
seguir tus pasos.
Danos
tu Espíritu para
aprender
a vivir en la alegría.
Queremos
despertar
cada
mañana para alabar
al
Padre y cantarle gracias
por
las cosas que ha hecho.
Por
la hermana creación,
la
hermana naturaleza,
por
el inmenso espacio
y
todas las estrellas;
por
el sol que nos calienta,
nos
abriga, y nos da la luz
que
nos recuerda tu sonrisa.
Por
las plantas que
llenan
de verde los sentidos,
por
los animales,
por
el trinar de los pájaros.
Te
damos gracias, Padre,
con
alegría y ganas de vivir.
Danos tu
Espíritu, Jesús,
para
descubrir la presencia
de
Dios en cada instante
y
vivir en la alegría
del
encuentro y la alabanza.
Enséñanos
a vivir con alegría
los
hechos cotidianos
de
nuestra vida:
La
rutina del trabajo,
y
el pasar de los días.
Que
no nos invada
el
desaliento de estos tiempos.
Que
no perdamos la esperanza,
la
sorpresa,
la
capacidad de asombro,
la
gratitud de encontrarte,
caminando,
a nuestro lado,
mientras
vivimos,
crecemos
y construimos
nuestro
proyecto de vida.
Danos tu
Espíritu, Jesús,
para
aprender a encontrar
los
rastros visibles
de
tu caminar entre nosotros.
Ayúdamos
a llevar a todos
la
alegría
que
nace del Evangelio.
El
sentido profundo del vivir.
El
gozo de saber
que
hay un camino,
que
hay Alguien que nos espera,
nos
acompaña y nos ayuda.
Que seamos
transparentes
para
poder anunciar,
con
nuestra vida entera,
la
novedad de Jesús
y
de su Reino.
Que
nuestro anuncio
y
nuestro testimonio
sepan
transmitir los valores
por
los cuales vivió, murió
y
resucitó Jesús.
Que
nos animemos
a
dar la vida por los otros.
Que
nos atrevamos a cambiar
la
lógica del tener
y
del consumo,
por
la alegría del dar
y
de la entrega.
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Danos tu
Espíritu, Jesús,
para
contagiar al mundo
la
alegría
de
caminar hacia el Reino,
la
buena noticia del Evangelio,
la
posibilidad
de
hacer un mundo nuevo.
Padre,
enséñanos a vivir
una
fe adulta y comprometida.
Que
descubra en las tensiones
de
ser fiel a tu Palabra
una
alegría serena, profunda,
que
llena la vida y la hace
fuerte
ante las adversidades.
Caminar
en tu presencia,
seguir
los pasos de tu Hijo,
caminar
en el Espíritu,
no
son tareas sencillas,
si
uno lo quiere hacer
con
fidelidad histórica,
respondiendo
a los desafíos
e
injusticias de estos tiempos.
Anunciar
y vivir
los
valores del Reino,
traen
conflicto interior,
procesos
de discernimiento,
y,
muchas veces,
incompresión
y soledad.
También
dolor
y
hasta persecución y martirio.
Descúbrenos,
Señor,
la
alegría de quienes dieron
la
vida por el Evangelio.
Testigos
de hoy, de ayer
y
de siempre,
capaces
de entender aquello de "si el grano
de trigo no muere, no es capaz de
dar frutos..."
Descúbrenos,
Señor,
la
alegría
de
la entrega generosa,
la
alegría
de
la fidelidad en camino,
a
alegría serena
de
la intemperie por el Reino.
Danos tu
Espíritu, Jesús,
para
aprender a vivir con alegría
y transmitiendo alegría,
nuestro
diario testimonio
de
discípulos seguidores
de
aquel que, lleno del Espíritu,
pasó
haciendo el bien,
dando
la vida.
Espíritu
de Jesús.
Escucha
nuestra oración.
Ven
a nuestro encuentro,
cambia
ya nuestros corazones
y
llénalos
de
la alegría del Evangelio.
Marcelo
A. Murúa
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